Leer Libro (Parte 1) Leer Libro (Parte 2)Hasta la fecha este relator de tiempos pretéritos, no ha hecho otra cosa que escribir o lo que es lo mismo presentar en papeles, parte de los recuerdos, añoranzas que tiene en la memoria que no es otra cosa que el baúl del alma.
De tal baúl es de donde ha sacado y saca esos recuerdos, sobre todo, de su tiempo de estancia en el pueblo castellano de allá de cuando era niño, chiguito, chaval. Todos tenemos ese baúl en el que hemos metido los tiempos de la niñez, de la juventud e incluso los de ayer mismo y a veces lo abrimos para buscar recuerdos, como cuando nos encontramos un conocido y soltamos aquello de: “ te acuerdas cuando ......” y aquí es cuando brota el sentimiento del pasado.
A veces cuando uno lo abre y saca añoranzas, tiempos pasados, su alma como que experimenta un sabor agridulce que la adormece y llena de melancolía, sobre todo cuando se encuentra en solitario, pero ocurre lo contrario cuando está con amigos. Porque cuando está en compañía, pues como que cambia el ánimo en alegrías y a borbotones desgranan junto con compañeros, vecinos, los tiempos de niñez, juventud, mili, trabajo etc... Este alimento del espíritu que las más de las veces hace, pero que mucho bien a la persona, otras no tanto, y esto ocurre cuando esos recuerdos son oscuros, tirando a negros, que no han sido queridos por el autor.
Esta vez a este escribidor le ha dado por relatar aquellos tiempos en los que en los pueblos había lo que se denominaba: “ tiendas de coloniales, de ultramarinos. Eran lugares de olores a bacalada seca, a goma de zapatillas, a naranjas de otoño. Olores singulares, de Chanel no 20 así les llama este autor. A veces en esos lugares, a estas percepciones de nuestros sentidos se unían los ruidos de la cantina aneja con voces de: “quiero, las veo, treinta y una, órdago, mus y envido, quiero., Sabores dulces como el pirulí de la habana, comprado con la peseta de propina del domingo, o la gaseosa de pito que se marchaba con el gas a poco que la batuquearas (agitaras) Recuerdos de cuando este personaje vivía en un pueblo castellano, que no era otro que Padilla de Arriba
A este autor le faltaba de escribir entre otras historias, lo referente a las tiendas de los ultramarinos, de los chamarileros, de los trajineros de aquí para allá y de todos aquellos comerciantes que se recorrían España entera con su vida trashumante, vendiendo y comprando las más diversas mercancías. El motivo, causa o razón de abrir este baúl no ha sido otro, que el de tener en mis manos una libreta con los apuntes diarios de una de dichas tiendas de coloniales, ultramarinos la de la seña Radis (Radisgundi Pérez) del pueblo referido